Plan fallido

viernes, 31 de mayo de 2013

Quise salvarte de mí, y te condené a vivir preso de mis versos, temía hacerte daño a mi lado, y ahora me empeño a no dejarte ir; bien, creo que esta es la clara prueba de que mis  planes se voltean, yo decidí alejarte para protegerte, y totalmente incongruente, suplico tu vuelta, además de incongruente redundante, en fin, qué puedo decirte ahora que no me escuchas, qué puedo decirme para devolverme la paz. 

Nada.


Qué son ahora las palabras sino el desahogo vano de un alma que se ha perdido, a quién se dirigen los versos cuando simplemente se soplan al viento, ¿Acaso gano algo yo remarcando que te quiero? ¿No es posible que esté solamente alimentando el recuerdo de tu ser inútilmente?; no lo sé, (como por lo general no sé la respuesta a casi todas mis preguntas), escribo sí, como un desahogo sincero, para que salgan esas palabras que jamás diré frente a tus ojos tiernos, pero también como un escape, un tipo de sedante, para saciar esa voracidad por contactarte, al escribir, espero que un día caminando cruces con éste muro y te reconozcas en las líneas, entonces, esa boba (pero tranquilizadora) idea me brinda una falsa calma y libera el inútil auto-engaño de que en mí la responsabilidad no ha quedado.

Bien, quiero decirte, cariño (si aún me permites llamarte así), que en verdad quería salvarte, deseaba liberarte de éstas locuras, pero lamento en verdad haber fallado, el plan parecía sencillo, alejarte (a como diera lugar) de mí, ser tan ruin que no quisieras siquiera volver a mirarme, y después afrontar la vida comprendiendo que esa era la forma más pura de amarte, salvándote de mí. La primera parte salió de maravilla, supe decir las más dolorosas mentiras que sabía que te alejarían, entre mis lágrimas oculté que estaba de acuerdo con todo lo que tu decías y entonces, te corrí, fácil y definitivamente de mi vida; pero ¡Ah! ¿cómo demonios no consideré que te extrañaría y que no podría olvidarte fácilmente? Era una misión sencilla, pero demasiado noble, ¿en qué momento pensé que mi espiritualidad está tan elevada como para trascenderte? entonces, en éste evidente gran fracaso arrastro mis cadenas hasta tus pies para tenerte preso.

Quise salvarte de mí, alejándote para siempre, ahora te castigo, escribiéndote inútilmente.

Lo siento.