Tengo miedo de que la estabilidad me alcance, que un día mi
cadera y mis hombros lleguen a ser balanzas, naturalmente ya no me pararía de
lado resaltando involuntariamente mi cadera, y mi cara quizá hasta se volvería
simétrica ¡qué horror! Es probable que con ello hasta pueda dormir ocho horas,
que nada me duela al acostarme y me sienta aún mejor al levantarme ¿qué
pasaría? ¿me volvería dulce permanentemente? ¡que desagradable! Y si los
dolores del rostro también se van ¿sería encantadora? ¡me niego! Que fastidio
sería convivir conmigo.
Por otro lado, están las piernas, me aterra tan solo
imaginar que se volvieran ligeras ¡no pararía! caminaría todo el día, y en un
descuido hasta podría comenzar (o retomar) algún deporte, ¡iugh! El sudor…
Mi carga me hace quien soy, de ahí sale la energía cuando me
defiendo, manan entre mis arterias desequilibradas las dolorosas letras que me
permiten la vida, y todas mis particularidades se apoyan en cada desnivel. Mi
alma está amoldada a este cuerpo ¿cómo la acomodaría en uno nuevo? ¿Ahora lo
entienden? mi temor es natural, me preocupa que el equilibrio cambie mi
realidad, pero lo que más me angustia es que esto sea solo otra ilusión y que
todo siga por siempre igual.
Escribanos con confianza
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